La decandencia de la juventud: ¡Qué viva la música! de Andrés Caicedo
Andrés Caicedo nació en 1951 en Cali, Colombia. Fue escritor, dramaturgo y cineasta, convirtiendose en una de las figuras más influyentes del ámbito cultural en el país en la segunda mitad del siglo XX. Cali, para ese entonces, era famosa por su intensidad. Las discotecas, bares y fiestas en casas eran el escenario de un espíritu juvenil que buscaba escapar de las presiones sociales y disfrutar de la música y el baile. Además, la Cali de Andrés Caicedo era una ciudad llena de vida y contradicciones: un lugar donde el progreso convivía con la desigualdad, y donde la música y la cultura florecían en medio de los desafíos sociales.
Todo esto comenzó a mostrarlo en su literatura. En su adolescencia escribió cuentos, destacándose por su estilo irreverente y su enfoque en las experiencias y conflictos de la juventud. También se involucró en el teatro y la crítica de cine. Fundó el Cine Club de Cali, un espacio que se convirtió en un punto de encuentro para los amantes del séptimo arte. Sin embargo, en múltiples ocasiones afirmó que "la vida no valía la pena después de los 25" y fue el 4 de marzo de 1977, cuando ya contaba con esa edad, que decidió quitarse la vida.
Hoy vamos a hablar de su obra más conocida ¡Que viva la música! en la cual narra la vida de María del Carmen Huerta, quien se enfrenta a diferentes transformaciones vitales a través de la música, la fiesta y el desarraigo. Para mi, fue una lectura muy incómoda, no me transmitio nada más que impotencia. Sin duda, es una ruta de decandencia de una juventud desolada y triste. Lamentablemente, para mi no hubo algo más allá. Fue demasiado frustrante leer la falsa idea de libertad en una joven que está demasiado pérdida para aceptar que se está hundiendo.
Andrés Caicedo es considerado un ícono del arte contracultural en América Latina. No obstante, para mi, es una figura muy peligrosa. Sin pretender desmeritar sus logros y aportes a la cultura, me parece que hace falta una revisión menos extremista de su vida para admirarlo por el ser humano que fue, con sus claroscuros. Desde su idea sobre la vida y cómo vale la pena vivirla, hasta la validez de temas como las drogas, debería analizarse de una manera más cuidadosa. ¡Y es que no solo su vida estuvo impregnada de todo esto, también sus libros! Es este caso en el que es imposible separar el autor de la obra.
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